Cuando a muchos pacientes les intento explicar que el dolor crónico no siempre y en toda circunstancia debe ver con una lesión en sus músculos, ligamentos o bien diferentes estructuras tisulares, por norma general me encuentro con una contestación que tiene mucha lógica: ¿entonces por qué razón siento el dolor al moverme o bien al efectuar ejercicios?

Desde ahí todo se dificulta, pues verdaderamente son pensamientos que o agobian y crean malestar al paciente (¿estoy desquiciado?) o les crea una situación de incomprensión y también indefensión (¡todo cuanto me habían contado es patraña!).

Con lo que voy a procurar, en esta entrada, dar una contestación fácil, conforme los conocimientos actuales de neurobiología del dolor tanto para los pacientes que podáis leer esto para aquellos profesionales que os hayáis encontrado en exactamente la misma situación que, y ahorraros muchos quebraderos de cabeza..

Para entender lo siguiente hay que explicar el término de neuromatriz. Una neuromatriz es el conjunto de conexiones sinápticas (conexiones entre las diferentes neuronas) que se generan en el cerebro cuando recibimos un determinado estímulo. Este estímulo puede ser externo (un golpe, calor, el viento en la cara) o bien asimismo "interno" (el estiramiento de un músculo, la subida de presión arterial, la vejiga llena...). Aun un estímulo interno bien poco o bien nada tangible puede activar la neuromatriz (estado anímico, sensación específica...).

Estas neuromatrices, se conocen por medio de los estudios de Resonancia Imantada Funcional (MRIf). Si bien, todavía queda mucho por saber, lo que sí se conoce es que las neuromatrices vienen determinadas genéticamente, y se marchan alterando con la experiencia y las influencias culturales. Sin pensamos en ello, esto supone que, puesto que además de esto cada estímulo diferente activa una o bien múltiples específicas, y dada la dificultad del entramado inquieto cerebral, el número posible de neuromatrices es infinito. Pese a ello, los estudios de MRIf nos muestran que, frente a un mismo estímulo, todos y cada uno de los sujetos "sanos" activan exactamente las mismas áreas cerebrales, solo con pequeñas diferencias.

Cada neuromatriz, una vez activada, dependiendo del procesamiento del resto de estímulos que recibimos, genera una contestación (o bien múltiples) llamada neuroetiqueta, la que puede ser una acción (si me quemo, retiro la mano) o bien una sensación (si me quemo, siento dolor).

Es esencial reseñar, en paralelo, que el acervo cultural influye de forma fundamental en de qué manera respondemos frente a un determinado estímulo: es parte de ese conjunto de experiencias que pueden ir alterando una neuromatriz. De esta manera, los judíos, por poner un ejemplo, viven la enfermedad y el dolor de una forma muy, muy diferente a como lo hace la cultura meditérranea.

Ahora bien, esto no determina que el hecho de activar una neuromatriz vaya a hacernos contestar siempre y en toda circunstancia igual ante ese hecho. Pongamos un caso, cuando llevamos un tiempo sentados, los receptores de presión informan de un estímulo de "presión excesiva" que no genera la neuroetiqueta "sentir dolor por presión excesiva" pues tras percibir la información del resto de estímulos externos y procesar dicha información agregando, además de esto, lo que podríamos llamar el contexto consciente (por servirnos de un ejemplo, estoy sentado pues necesito estudiar para un examen mañana), decide ejecutar la neuroetiqueta "mudar de postura". No obstante, esa contestación puede ser muy, muy diferente si el contexto es diferente (estoy en una asamblea y me puedo levantar) o bien si me he caído de trasero en la silla, si bien todas y cada una activen la neuromatriz "presión excesiva".

Las neuroetiquetas son como aprendizajes que nuestro cerebro hace. Igual que frente a un inconveniente que nos hallamos una vez lo razonamos (por poner un ejemplo, cuando tenemos que hacer por vez primera un camino con el vehículo), nuestro cerebro procesa la información para producir la contestación más conveniente posible. Si esa situación se da muy frecuentemente (cuando ya hemos hecho muchas veces ese camino en vehículo) o bien resulta singularmente relevante, ese aprendizaje se "memoriza" y solo procuramos de forma "automática" una contestación frente a un determinado estímulo (y ya no pensamos de qué manera ir cara ese sitio, ponemos el "conduzco automático").

Pues ya hemos pasado la parte bastante difícil. De ahora en adelante todo es carretera sin apenas obstáculos.

El inconveniente de todo lo precedente es que las neuromatrices son muy inespecíficas, y un mismo estímulo puede activar múltiples al unísono. Asimismo, múltiples estímulos simultáneos (que activen múltiples matrices) pueden dar una contestación única que se "memoriza" y se asocie a una neuromatriz incorrecta. Y acá empieza la explicación motivo de esta entrada: ¿por qué razón afirmas que el tejido y el músculo pueden estar bien pese a que me duele al moverme?

Por poner un ejemplo. Tengo una entrevista de trabajo esta mañana, y al agacharme a abrocharme los cordones de los zapatos me quedo "enganchado", con un dolor agudo en la zona lumbar que no me deja ponerme erguido y mucho menos conducir, lo que hace que no pueda ir a una ocasión de trabajo prácticamente única, en mi campo, con un buen salario y en un proceso de selección en el que era uno de los 3 finalistas.

Examinemos la situación en función de todo lo expuesto. Al quedarme enganchado activo la neuromatriz (por alguna lesión en un músculo, por servirnos de un ejemplo) del dolor, que emite la neuroetiqueta "sentir dolor". Mas al unísono recibía el estímulo "deseo agacharme a anudarme los cordones" lo que estaba produciendo la neuroetiqueta "agáchate". Como la situación ha sido en especial relevante (he perdido un trabajo y el dolor es intensísimo, además de esto), esta contestación queda "grabada", lista para procurarla ante situaciones semejantes.

Ahora bien, dada la inespecifidad de las neuromatrices, y la coincidencia de muchas de ciertas áreas cerebrales activadas en muchas de ellas, el sistema se puede sensibilizar y asociar esa contestación (sentir dolor) tanto al estímulo "lesión muscular" como al estímulo "tu columna lumbar se está flexionando".

De ahí que, aun una vez superada la lesión tisular, puedes estar sintiendo dolor al efectuar exactamente el mismo movimiento (o bien situación, o bien periodo de agobio...) a lo largo de un largo tiempo.

La parte positiva es que, igual que cualquier aprendizaje equivocado, podemos instruir al sistema nervioso a fin de que "desaprenda" esa relación, y en el ejemplo puesto el ejercicio gradual podría ser uno de los sistemas.