Hoy vamos a hablar sobre una de las lesiones más frecuentes en la población:  el esguince de tobillo.

Un enorme porcentaje de los pacientes que asisten al centro (y seguro que muchos de vosotros) han sufrido uno alguna vez, por un resbalón, haciendo algún deporte, bajando las escaleras, andando con unos tacones más altos de la cuenta… Y la enorme mayoría asimismo ha sufrido más de uno, en uno o bien los dos tobillos, y en prácticamente todos los casos, sin haber recibido una rehabilitación y un tratamiento convenientes.

Cuando se genera un esguince de tobillo, hay una distensión o bien sobreestiramiento del tendón (el lateral externo, normalmente, el haz peroneo-astragalino), existiendo diferentes grados dependiendo del alcance de la lesión:

  • Grado I (el tendón se destensa, pudiendo existir o bien no microrroturas)
  • Grado II (hay un desgarro parcial del tendón)
  • Grado III (el tendón se rompe absolutamente, y su tratamiento es quirúrgico).

Debido al mecanismo de lesión (generalmente el pie se tuerce cara dentro), aparte de la lesión de este tendón, se generarán una serie de cambios en los tejidos, huesos y articulaciones circundantes, aparte de la coherente inestabilidad del tobillo. Esto sucede por el hecho de que el tendón lesionado (cuya acción primordial, así como el resto de tendones, es sostener la articulación “sujeta”) no marcha apropiadamente, y este hecho aún va a poder disminuir la acción del resto de tendones, aunque no hayan sufrido lesión.

Por este motivo, si el tratamiento no es el conveniente (inmovilización excesiva, ausencia de tratamiento de fisioterapia, no efectuar ejercicios concretos de estabilidad y propiocepción del pie…) la lesión puede tener consecuencias a medio-largo plazo, pudiendo repercutir en otras estructuras, como las rodillas, las caderas o bien la columna lumbar. Esto es debido a que, a veces pueden quedar molestias a las que no damos relevancia, y nuestro cuerpo, que es muy sabio, siempre y en toda circunstancia procurará las situaciones o bien cambios precisos a fin de que nuestro dolor desaparezca o bien reduzca, y va a hacer que, de manera inconsciente, se efectúen modificaciones en la pisada, en las situaciones de los huesos del pie, en el centro de gravedad...

Esto se ha constatado en las investigaciones y estudios al cargo de la doctora Tricia Hubbard-Turner, maestra de kinesiología en Carolina del Norte y especialista en Medicina del Deporte.

A lo largo de múltiples años, la investigación de la doctora Turner ha estado centrada en las lesiones crónicas articulares, singularmente en las de tobillo. En su último estudio, la doctora y su equipo reclutaron a veinte individuos con inestabilidad crónica unilateral de tobillo y a un conjunto de veinte individuos sanos. Se les solicitó que a lo largo de una semana llevasen un odómetro a lo largo de todo el día, y se les efectuó el FAAM (Foot and Ankle Ability Measure), un cuestionario de veintinueve items, donde se valora la capacidad funcional del tobillo en las actividades deportivas (si se efectúan) y de la vida cotidiana: pasear, estar de pie, subir escaleras, caminar de puntillas, etcétera Los resultados reflejaron que los individuos con inestabilidad crónica de tobillo se movieron mucho menos que los del conjunto control, y su puntuación en el cuestionario FAAM fue más baja. Todo ello fortalece los resultados de estudios anteriores efectuados por la doctora y sus estudios en ratones. Provocando esguinces de múltiples grados a múltiples ratones, si bien la lesión se curó, los ratones que habían sufrido los esguinces eran menos activos y más lentos.

Conque ya sabéis, si bien nos parezca que es una lesión sin relevancia, puede tener secuelas para toda la vida si no se efectúa un tratamiento conveniente. Ponte a cargo de un fisioterapeuta y evita lesiones futuras.

Mecanismo Lesional:

Los ligamentos se lesionan al sobresolicitar la elasticidad de los mismos en movimientos forzados o traumatismos (golpes) directos o indirectos sobre el ellos. Las fibras del ligamento se rompen, aparece edema, dolor al movimiento y hematoma ocasional.

Prevención:

Para prevenir los esguinces se debe fortalecer la musculatura que rodea la articulación, ya que con una musculatura resistente es más difícil sobrepasar el límite de elasticidad ligamentaria. Asimismo, se debe cuidar la técnica durante la práctica deportiva para evitar posibles gestos que excedan la elasticidad articular.

Tratamiento de FISIOTERAPIA:

El tratamiento de urgencia de un esguince consiste en la aplicación de crioterapia, un vendaje compresivo, elevación de la zona afectada y reposo. Más adelante el fisioterapeuta se encarga de reducir el edema con masaje, drenaje de la zona, ultrasonidos pulsados y otras técnicas. Además se intenta conseguir efecto analgésico con aplicación de electroterapia analgésica (TENS) y hielo.

Lo más importante en la rehabilitación de esta lesión es la reeducación final de la articulación y la musculatura adyacente con ejercicios, guiados por el fisioterapeuta, de fortalecimiento y propiocepción para evitar la repetición de la lesión durante la práctica deportiva.

El tratamiento quirúrgico se reserva para esguinces grado III que conllevan una luxación articular asociada.